En los últimos 20 años se han producido grandes avances en nuestra comprensión y manejo de los problemas neurológicos y en nuestra capacidad para predecir precozmente el pronóstico en las principales patologías que amenazan la integridad neurológica del recién nacido.

En el periodo fetal y neonatal acontecen una gran diversidad de enfermedades o condiciones neurológicas que amenazan la integridad del sistema nervioso en desarrollo con consecuencias permanentes, entre ellas la parálisis cerebral, la epilepsia, trastornos cognitivos y de la conducta, y muchas enfermedades neuropsiquiátricas.

Aun cuando se desconoce la carga global para la salud que supone la enfermedad neurológica de origen fetal, perinatal o neonatal, dada la prevalencia y los riesgos de discapacidad que conllevan los principales enfermedades o trastornos neurológicos de este periodo temprano de la vida, la carga global para la salud infantil y posteriormente en la vida adulta ha de ser muy alta en términos de prevalencia global, suma de años de vida perdidos (YLLs) por muerte prematura, morbilidad a corto y largo plazo, años de vida ajustados por discapacidad (DALYS) y años de vida vividos con discapacidad (YLDs).

El panorama actual ofrece oportunidades impensables en aquellos momentos, gracias a los avances e incorporación a la práctica clínica de la neuromonitorización (NIRS-rStO2, electroencefalografía integrada por amplitud, video electroencefalografía continua), de herramientas diagnósticas de neuroimagen (equipos avanzados multifrecuencia de ultrasonografía-Doppler cerebral, e incorporación de la Resonancia Magnética multimodal), de la electromagnetoencefalografía y de la incorporación biomarcadores de daño o de inflamación en sangre o líquido cefalorraquídeo. Por otro lado, ha tenido lugar la incorporación a la asistencia clínica de estrategias de cuidado favorecedoras del desarrollo neural (ej. Cuidados Centrados en el Desarrollo-NIDCAP), y de intervenciones terapéuticas de neuroprotección como la hipotermia terapéutica y es de esperar la incorporación de otras que aquellas están siendo testadas en el presente.Además, a estas terapias utilizadas inmediatamente o poco después de una agresión, la neuroprotección antes de la agresión (preacondicionamiento), o incluso una vez establecida la lesión del cerebro (reparación-regeneración), abren la puerta a nuevas intervenciones terapéuticas que seguramente se incorporaran en la próxima década. También, en estos años se han añadido nuevas estrategias rehabilitadoras, fundamentadas en el modelo de neuroplasticidad, que persiguen los beneficios rehabilitadores de la detección temprana y la aplicación precoz de intervenciones en la primera infancia.

Este espectacular avance en tantos dominios diferentes del conocimiento neurobiológico centrado en los efectos nocivos que sobre el desarrollo del cerebro tienen las experiencias o agresiones que acontecen en vida fetal, en el periodo perinatal o neonatal, ha conducido a que la asistencia del neonato con problemas neurológicos se haya constituido progresivamente en un área de conocimiento específico, que difícilmente puede ser abordado en toda su amplitud y profundidad desde un conocimiento general de la medicina neonatal. De aquí, la necesidad de contar dentro de las unidades de Neonatología con profesionales con conocimiento específico en neurología neonatal.

Juan Arnáez

Director Fundación NeNe