Project Description
Todo es veneno, nada es sin veneno. Sólo la dosis hace el veneno. (Paracelso)
Actualmente el tratamiento estándar de la encefalopatía hipóxico-isquémica neonatal moderada o severa es la disminución de la temperatura corporal a 33,5ºC durante 72 horas, con esta medida se ha conseguido disminuir la probabilidad de muerte/discapacidad severa.
Sin embargo, aún con el uso de esta hipotermia neuroprotectora , un 44-55% de estos niños morirán o presentarán secuelas graves. Por este motivo se continúan investigando nuevas estrategias con objeto de mejorar el pronóstico de estos recién nacidos.
En experimentación animal se ha comprobado que una mayor intensidad y/o una mayor duración de este enfriamiento corporal disminuye el daño cerebral hipóxico-isquémico. Así, la pregunta que los clínicos nos hacíamos desde la demostración del efecto neuroprotector de la hipotermia es si una mayor disminución de la temperatura corporal y/o una mayor duración de la hipotermia mejorarían los resultados SIN aumentar los efectos adversos de esta estrategia neuroprotectora. El ensayo que hoy comentamos ensayo pretendía resolver estas dudas.
En este ensayo se ha observado que una mayor duración (120 horas) de la hipotermia se asocia a una mayor incidencia de arritmias cardiacas y anuria, y a una mayor duración de la estancia hospitalaria; y que un enfriamiento más profundo (32ºC) se asocia a un mayor uso de óxido nítrico inhalado, ECMO, días de oxígeno y bradicardia. El hallazgo más preocupante es la posible asociación de un enfriamiento más profundo y/o más prolongado con una mayor mortalidad antes del alta. Al analizar los datos de mortalidad de este estudio llama la atención la escasa mortalidad del 7% observada en el grupo “control” enfriado a 33,5º durante 72 horas. Esta mortalidad es sensiblemente inferior al 19% observada en otros ensayos, incluso del mismo grupo de investigadores, en los que se estudió la hipotermia a esos niveles y duración. Esta disminución de la mortalidad en el grupo de tratamiento estándar puede ser debido a un mejor manejo de los factores comórbidos (hipertermia, hipoglucemia, hipocapnia,…) que hoy sabemos que empeoran el pronóstico de estos pacientes. Esta menor mortalidad del grupo estándar puede hacer que tiendan a ser significativas las tasas de mortalidad de los otros grupos sometidos a hipotermia más profunda y/o prolongada (14-17%), cuando en realidad éstas se han mantenido en niveles inferiores a ese 19% observada en ensayos previos con niveles y duración estándar de la hipotermia.
Está claro que como cualquier otro tratamiento en medicina es necesario valorar la relación beneficio-riesgo antes de cambiar nuestra estrategia terapéutica en estos pacientes. Este artículo nos informa del riesgo de una hipotermia más profunda o prolongada que la estándar, quedamos impacientemente a la espera de los resultados sobre el posible beneficio de esta hipotermia más profunda y/o prolongada. Solo entonces podremos valorar la relación beneficio-riesgo de esta nueva estrategia y adoptarla, o no, en el manejo de nuestros pacientes. Hasta entonces, y a la vista de los resultados publicados en este artículo, creemos que se deben respetar escrupulosamente los actuales protocolos de neuroprotección mediante hipotermia que establecen una disminución de la temperatura corporal a 33,5ºC durante 72 horas.