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«Cinco minutos bastan para soñar toda una vida, así de relativo es el tiempo»

Mario Benedetti

Las últimas Guías Internacionales de Reanimación Neonatal publicadas en 2015 (ILCOR, AAP) mantienen la sugerencia de guías previas de que “puede ser razonable detener la ventilación en recién nacidos con una puntuación en el test de Apgar de 0 a los 10 minutos, si la frecuencia cardiaca permanece indetectable”. Estas recomendaciones se basan en estudios observacionales en que los pacientes fueron tratados, mayoritariamente, en normotermia.

Shah et al. muestran que el 30% (4/13) de los recién nacidos que permanecen en asistolia a los 10’ y han sido tratados con hipotermia sobrevivieron sin secuelas y sólo uno sobrevivió con secuelas severas. Estos datos coinciden con los muy escasos estudios que han valorado el pronóstico a largo plazo en estos recién nacidos tratados con hipotermia.

Aún teniendo presente las importantes limitaciones de este estudio, fundamentalmente las relativas al escaso tamaño muestral, el posible sesgo de selección y que no se especifican los criterios para realizar adecuación del esfuerzo terapéutico , los autores nos hacen reflexionar sobre la necesidad de individualizar nuestra actuación cuando atendemos en paritorio a un recién nacido que permanece en asistolia a los 10’ de vida.

La demostración de la eficacia de la hipotermia como medida neuroprotectora en recién nacidos con encefalopatía hipóxico-isquémica, unido a la universalización en las Unidades de Cuidados Intensivos Neonatales (UCIN) de medidas que han demostrado aumentar la supervivencia sin secuelas en recién nacidos asfícticos (evitar la hipoglucemia, la hipocapnia, la hiperoxia, …), hacen que debamos reevaluar nuestra actitud en la duración de la reanimación neonatal. Con los escasos datos que disponemos en la actualidad sobre este aspecto de la reanimación neonatal, la clave está en la individualización en la toma de decisiones. Esta individualización debe basarse, ya que hoy día no disponemos de marcadores pronósticos fiables tan precoces, en lo adecuado de la reanimación, el conocimiento del momento preciso de la agresión hipóxico-isquémica, la disponibilidad de hipotermia y de cuidados óptimos en la UCIN, y, sobre todo, si es posible, en el deseo de los padres.

Aunque este estudio aporta más información sobre qué actitud adoptar sobre la duración de la reanimación en recién nacidos que se mantienen en asistolia a los 10’ de vida, todavía los datos disponibles siguen siendo insuficientes para decidir si debemos mantener o suspender las medidas de reanimación en ese momento. Por ello, como indica el Presidente de nuestra Fundación NeNe, Alfredo García-Álix ( An Pediatr, 2015), “demorar esta decisión desde los 10’ hasta las primeras horas de vida en aquellos recién nacidos que tardan en responder a las maniobras de reanimación facilitaría aumentar la certidumbre sobre el pronóstico y dar tiempo a conocer la opinión de los padres, muy raramente disponible durante la reanimación inicial en la sala de partos.”